viernes, 3 de junio de 2011

La inmadurez del alma

Cuando mis sentidos se estremecen de oír los incesantes gritos de las almas que se mueven por el aire. A la vez me muevo y los gritos no cesan, las almas no escuchan, siguen moviéndose.
Cuando estoy mirando frente al miedo de quedarme solo, y este a la vez se acerca y no puedo moverme.
Cuando el soplido suave e impiadoso de los cielos mueve las matas de algodón del cielo, y la furia de algodón se desata, el alma corre a esconderse, pero también su inconsciencia quiere llevarlo al espejo que se quiebra por segundos, para quebrarlo también y hundirse en él.
Cuando el tiempo, sin pensarlo, no nos deja seguir con él, y el instinto o duda en dejarnos ciegos y a la vez expuestos en un mundo que nos mira y nos juzga.
Cuando la vida del alma, se torna impura, quiere ver más allá, el grito, el miedo, el suave soplido impiadoso del cielo, el espejo, el tiempo y el instinto; no se lo permite y debe luchar contra todos ellos, entonces el alma sabrá lo que es la inmadurez.